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Imperio de Abya Yala

Llamado así, en honor al nombre que le dieron los pueblos autóctonos al territorio comprendido en todo lo que hoy es latinoamérica, y que se utilizó hasta la invación española.



ABYA YALA

Territorios que pertenecen al Imperio de Abya Yala


Abya Yala en la lengua del pueblo cuna significa “tierra madura”, “tierra viva” o “tierra que florece” y es sinónimo de América. El pueblo cuna es originario de la sierra Nevada al norte de Colombia; habitaba la región del golfo de Urabá y de las montañas de Darién y actualmente vive en la costa caribeña de Panamá, en la comarca de Kuna Yala (San Blas).





Imperio continental

BANDERA DE ABYA YALA





Capital:

Lesyac

Lesyac es una capital virtual, por cuanto, la existencia de estados soberanos, predominantemente conformado por mestizos blancos y judíos, no ha permitido que las naciones nativas del territorio (hoy conocido como Latinoamérica), puedan ejercer su soberanía, siendo incluso asesinados en pro del bienestar común de quienes siempre han mantenido el poder económico y político de los países en los que se divide nuestro territorio ancestral imperial.


Ciudad más poblada:

Lesyac

Emperador:

Antonio I 

Descendiente de un antiguo pueblo aborigen que dominó el territorio de lo que ahora conocemos como el norte del Perú y el sur del Ecuador. Su nombre completo es Antonio Campoverde Campoverde, y su derecho natural radica en su fisionomía y su apellido de ascendencia autóctona.


Funciones del Emperador:

La constitución establece que el cargo y las funciones de Jefe de Estado las tendrá el Emperador quien representa la unidad y la firmeza del pueblo Abyayalense, arbitra y regula el funcionamiento de las instituciones del país, es el máximo representante del Nuevo Imperio de Abya Yala en las relaciones continentales internas y externas, y sólo puede ejecutar las funciones que le atribuyen esta Constitución y las leyes.

El Emperador, al ser proclamado ante El Senado, prestará juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de los Estados.

El Príncipe heredero, al alcanzar la mayoría de edad, y el Regente o Regentes al hacerse cargo de sus funciones, prestará el mismo juramento, así como el de fidelidad al Emperador.

Y que la Emperatriz consorte o el consorte de la Emperatriz no podrán asumir funciones constitucionales, salvo lo dispuesto para la Regencia.

También establece que la persona del Emperador es inviolable y no puede ser censurado ni acusado. La responsabilidad incumbe a su Consejo. Los actos del Emperador serán refrendados por el Canciller o, en su caso, por los Ministros competentes. La propuesta y el nombramiento del Canciller, y la disolución del Senado, serán refrendados por el Presidente del Senado.

La constitución establece 23 facultades del Eperador que son las siguientes:

Son facultades y obligaciones del Emperador las siguientes:

I. Promulgar y ejecutar las leyes que expida El Senado, proveyendo en la esfera administrativa a su exacta observancia; II. A propuesta del Canciller nombrará y cesará a los ministros del Consejo de ministros y demás miembros del Gobierno, así como la creación de nuevos ministerios del consejo de ministros con la aprobación de éste; III. Nombrar los agentes diplomáticos y Gobernadores generales, con aprobación del Senado; IV. Nombrar, los coroneles y demás oficiales superiores del Ejército, Armada y Real Fuerza Aérea Nacionales, y los empleados superiores de Hacienda; Nombrar a los demás oficiales del Ejército, Armada y Real Fuerza Aérea Nacionales con arreglo a las leyes; V. Disponer de la totalidad de la fuerza armada permanente, o sea del Ejército terrestre, de la Marina de Guerra y de la Real Fuerza Aérea, para la seguridad interior y defensa exterior de el reino; VI. Declarar la guerra en nombre del Nuevo Imperio de Abya Yala previa ley del Senado; VII. Sancionar y promulgar las leyes. VIII. Convocar y disolver al Senado y convocar elecciones en los términos previstos en la Constitución. IX. Convocar al Senado a sesiones extraordinarias, cuando lo acuerde la Comisión Permanente; X. Habilitar toda clase de puertos, establecer aduanas marítimas y fronterizas y designar su ubicación; XI. Conceder, conforme a las leyes, indultos a los reos sentenciados por delitos de competencia de los tribunales centrales y a los sentenciados por delitos del orden común en los diferentes distritos y provincias; XII. Conceder privilegios exclusivos por tiempo limitado, con arreglo a la ley respectiva, a los descubridores, inventores o perfeccionadores de algún ramo de la industria; XIII. Cuando el Senado no esté en sesiones, el Emperador podrá hacer los nombramientos de que hablan las fracciones III y IV, con aprobación de la Comisión Permanente; XIV. Expedir los decretos acordados en el Consejo de Ministros, conferir los empleos civiles y militares y conceder honores y distinciones con arreglo a las leyes. XV. Ser informado de los asuntos de Estado y presidir, a estos efectos, las sesiones del Consejo de Ministros, cuando lo estime oportuno, a petición del Presidente del Gobierno. XVI. Proteger la seguridad del Estado; XVII. Para levantar y sostener a las instituciones armadas del reino, a saber: Ejército, Marina de Guerra y Real Fuerza Aérea Nacionales, y para reglamentar su organización y servicio; XVIII. Para dar reglamentos con objeto de organizar, armar y disciplinar la Guardia Real, reservándose a los ciudadanos que la forman, el nombramiento respectivo de jefes y oficiales, y a Los Estados la facultad de instruirla conforme a la disciplina prescrita por dichos reglamentos; XIX. Para disponer de la Guardia Real dentro y fuera de sus respectivas Estados, fijando la fuerza necesaria. XX. Para hacer propuestas y participar activamente en el establecimiento de los Planes de la Economía Continental así como en su planificación. XXI. Para otorgar distinciones o títulos nobiliarios a gusto y discreción por Derecho de Gracia, como premio a servicios distinguidos a las naciones, al continente o al Emperador y a discreción del mismo. Estas distinciones deberán ser anunciadas públicamente. Sin embargo, ninguna de estas órdenes o condecoraciones podrá conferir título o rango que no corresponda a cada función. La distinción no exime a nadie de los deberes comunes y gravámenes de los ciudadanos, ni otorga ninguna preferencia para el acceso a altos cargos en el Estado. XXII. Proponer el candidato al Canciller y, en su caso, nombrarlo, así como poner fin a sus funciones en los términos previstos en la Constitución.

XXIII. Las demás que le confiere expresamente la Constitución.


El gobierno y el Emperador:

El Gobierno será encabezado por un Canciller quien determinará y dirigirá la política del Continente. Dispondrá de la Administración y será responsable ante el Parlamento en las condiciones y conforme a los procedimientos establecidos en esta constitución.

Después de cada renovación del Senado, y en los demás supuestos constitucionales en que así proceda, el Emperador, previa consulta con los representantes designados por los Grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Senado, propondrá un candidato a la Cancillería del Imperio para un periodo de 5 años, con posibilidad de ser reelegido una sola vez para el periodo inmediato.

El candidato propuesto conforme a lo previsto en el apartado anterior expondrá ante el Senado el programa político del Gobierno que pretenda formar y solicitará la confianza de la Cámara.

Si el Senado, por el voto de las tres cuartas partes de sus miembros, otorgare su confianza a dicho candidato, el Emperador le nombrará Canciller. De no alcanzarse dicha mayoría, se someterá la misma propuesta a nueva votación cuarenta y ocho horas después de la anterior, y la confianza se entenderá otorgada si obtuviere la mayoría simple.

Si efectuadas las citadas votaciones no se otorgase la confianza para la investidura, se tramitarán sucesivas propuestas en la forma prevista en los apartados anteriores.

Si transcurrido el plazo de un mes, a partir de la primera votación de investidura, ningún candidato hubiere obtenido la confianza del Senado, el Emperador disolverá al Senado y convocará nuevas elecciones con el refrendo del Presidente del Senado. Al Canciller, con responsabilidad política ante el Senado del Imperio, le corresponde:

I. El Canciller dirigirá la acción del Gobierno, así como ejercer la dirección en materia de relaciones exteriores. II. Expedir los actos y reglamentos que sean necesarios para ejercer las facultades que le atribuye este artículo y aquellas que le delegue el Emperador, con el refrendo del ministro secretario del ramo al cual el acto o reglamento se refiera. III. Efectuar los nombramientos de los empleados de la Administración, excepto los que correspondan al Emperador; así como proponer al Emperador los ministros que conformen al Consejo de Ministros. IV. Ejercer las funciones y atribuciones que le delegue el Emperador, y en acuerdo de gabinete resolver sobre las materias que le indique el Poder Ejecutivo, o por su propia decisión, en aquellas que por su importancia estime necesario, en el ámbito de su competencia. V. Coordinar, preparar y convocar las reuniones del Consejo de ministros, presidiéndolas en caso de ausencia del Emperador. VI. Enviar al Senado los proyectos de Ley de Ministerios y de Presupuesto Imperial, previo tratamiento en acuerdo de gabinete y consejo del Emperador. VII. Hacer recaudar las rentas del Imperio y ejecutar la Ley de Presupuesto Imperial. VIII. Refrendar los decretos reglamentarios de las leyes, los decretos que dispongan la prórroga de las sesiones ordinarias del Senado o la convocatoria de sesiones extraordinarias y los mensajes del Emperador que promuevan la iniciativa legislativa. IX. Concurrir a las sesiones del Senado y participar en sus debates, pero no votar. X. Una vez que se inicien las sesiones ordinarias del Senado, presentar junto a los restantes ministros una memoria detallada del estado del Imperio en lo relativo a los negocios de los respectivos departamentos. XI. Producir los informes y explicaciones verbales o escritas que el Senado solicite al Poder Ejecutivo. XII. Refrendar los decretos que ejercen facultades delegadas por el Senado, los que estarán sujetos al control del Senado o de la Comisión Permanente. XIII. Refrendar conjuntamente con los demás Ministros los decretos de necesidad y urgencia y los decretos que promulgan parcialmente leyes. Someterá personalmente y dentro de los diez días de su sanción estos decretos a consideración del Senado o de la Comisión Permanente. El ministerio del Canciller será conocido como Cancillería del Imperio, sin embargo, no podrá tener a su cargo otro ministerio.

XIV. Disolver el Senado según lo establecido en la presente constitución, previo consejo del Consejo de Ministros del Imperio. XV. Dirigir la política exterior y celebrar tratados internacionales, sometiéndolos a la aprobación del Senado. En la conducción de tal política, el titular del Poder Ejecutivo observará los siguientes principios normativos; la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; y la lucha por la paz y la seguridad internacionales; XVI. Facilitar al Poder Judicial los auxilios que necesite para el ejercicio expedito de sus funciones; XVII. Establecer los planes de la economía nacional con ayuda del Consejo de ministros y con participación activa del Emperador. XVIII. Solicitar, a propuesta del Consejo de Ministros y mientras dure el período de sesiones, o a propuesta Senado, someter a referéndum cualquier proyecto de ley que verse sobre la organización de los poderes públicos, sobre reformas relativas a la política económica y social de la Nación y a los servicios públicos que concurren en ella, o que proponga la ratificación de un tratado que, sin ser contrario a la Constitución, pudiera tener incidencias en el funcionamiento de las instituciones.


Emperatriz:

María Rosario Morocho

Descendiente del antiguo pueblo apodado LOS PALTAS, por los miembros del Imperio Inca. Su lugar natal es Taquil, cuyo nombre proviene de una lengua ancestral de los antiguos habitantes del territorio. Su apellido es propio del lugar y con el cual se conoce a un tipo de maíz.


Sucesión:

La sucesión al trono se regula por la ley de sucesión que establece que solo podrán heredar el trono los descendientes del Emperador Antonio y la Emperatriz María Rosario.

La forma de sucesión es de completa primogenitura, es decir, el primer hijo (sin importar el sexo) hereda el trono, y después se reparte siendo preferida la línea anterior a las posteriores; en la misma línea el grado más próximo al más remoto; y en el mismo grado, la persona de mayor edad a la de menos.

Además restringe la sucesión hasta el tercer grado de parentesco respecto al Emperador gobernante de modo que solo pueden heredar los hijos, los nietos y los bisnietos de un Emperador.



Idioma Oficial:

 Español impuesto a la fuerza del látigo y lenguas nativas que están desapareciendo a pesar de los esfuerzos de las comunidades autóctonas por mantenerlas. 


Gobierno:

Monarquía absoluta


Partido político imperante:

Movimiento Político Imperialista Abya Yala

Este movimiento político imperialista, nace con el deseo de fomentar el regreso a nuestros orígenes y recobrar el orgullo de ser quienes somos. Desarrollar la equidad real, no la equidad que se anuncia en los medios de comunicación, en las organizaciones mundiales y que nunca ha sido impuesta en los Estados dominados por los mestizos blancos.



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Familia Imperial de Abya Yala



Monarquía en los Estados del Reino

La monarquía en los estados no tiene una representación oficial, la población elige directamente a su gobernador y a su cámara legislativa y cada uno posee una constitución que regula su funcionamiento y administración. Sin embargo, aunque los gobernadores son elegidos por voto popular ejercen el gobierno en nombre de Su Alteza Imperial y del Pueblo, dando por hecho el lugar que le corresponde a la monarquía en dicha jurisdicción.

Como se mencionó antes, el Emperador puede utilizar el título de Emperador de cada Estado aunque no está determinado por la constitución.



Mapa:

ABYA YALA

Territorios que pertenecen al Imperio de Abya Yala


poblacion:

450.000.000 de personas de origen natural del territorio de Abya Yala


Extranjeros:

50.000.000


Moneda:

Inti

[PIB:] 5 230 999 miles de millones de dólares. La cuarta parte que EEUU hoy en día.


Gentilicio:

Abyayalenses


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Una de las comunidades rurales de Abya Yala, en las reuniones de estructuración social del imperio.

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La Emperatriz de Abya Yala, dando una conferencia en la ciudad de Loja


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El Emperador de Abya Yala, Antonio Campoverde, entregando lentes gratuitos en una de las comunidades rurales del imperio.



La expresión Abya Yala ha sido empleada por los pueblos originarios del continente para autodesignarse, en oposición a la expresión “América”. Si bien esta última había sido usada por primera vez en 1507 por el cosmólogo Martin Wakdseemüller, sólo se consagró a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, cuando las elites criollas trataban de afirmarse frente a los conquistadores europeos en pleno proceso de independencia. Aunque los diferentes pueblos originarios que habitan el continente atribuyan nombres propios a las regiones que ocupan –Tawantinsuyu, Anauhuac, Pindorama–, la expresión Abya Yala viene siendo cada vez más usada por ellos con el objetivo de construir un sentimiento de unidad y pertenencia.

Si bien algunos intelectuales, como el sociólogo catalán-boliviano Xavier Albó, ya la habían utilizado como contrapunto de la designación muy difundida de “América”, la primera vez que se la utilizó con ese sentido político fue en la II Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala, realizada en Quito en 2004. Hay que destacar que en la I Cumbre, realizada en México en el año 2000, la expresión Abya Yala todavía no había sido invocada, como puede leerse en la Declaración de Teotihuacan, donde se presentaron así: “los Pueblos Indígenas de América reafirmamos nuestros principios de espiritualidad comunitaria y el inalienable derecho a la Autodeterminación como Pueblos Originarios de este continente”.

A partir de 2007, sin embargo, en la III Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala realizada en Iximche, Guatemala, no sólo se autoconvocaron como Abya Yala sino que resolvieron constituir una Coordinación Continental de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas de Abya Yala,

como espacio permanente de enlace e intercambio, donde puedan converger experiencias y propuestas, para que juntos enfrentemos las políticas de globalización neoliberal y luchemos por la liberación definitiva de nuestros pueblos hermanos, de la madre tierra, del territorio, del agua y de todo patrimonio natural para vivir bien.

Poco a poco, en los diferentes encuentros del movimiento de los pueblos originarios, el nombre “América” está siendo sustituido por Abya Yala, lo cual no sólo indica otro nombre sino también la presencia de otro sujeto enunciador del discurso hasta ahora callado y sometido en términos políticos: los pueblos originarios.

La idea de un nombre propio que abarcase todo el continente se impuso a esos diferentes pueblos y nacionalidades en el momento en que comenzaron a superar el largo proceso de aislamiento político al que se vieron sometidos después de la in­vasión de sus territorios en 1492, con la lle­gada de los europeos. Junto con Abya Yala existe todo un nuevo léxico político que también está en construcción, donde la propia expresión “pueblos originarios” cobra sentido. Esa expresión afirmativa fue la que esos pueblos en lucha encontraron para autodesignarse y superar la generalización eurocéntrica de “pueblos indígenas”. Finalmente, antes de la llegada de los invasores europeos había en el continente una población estimada entre 57 y 90 millones de habitantes que se distinguían como mayas, cunas, chibchas, mixtecas, zapotecas, ashuares, huaoranis, guaraníes, tupinikimes, kayapós, aimaras, ashaninkas, kaxinawas, ticunas, terenas, quechuas, karayás, krenaks, araucanos/mapuches, yanomamis, xavantes, entre tantos pueblos y tantas nacionalidades originarios.

A pesar de que la expresión indigena significa en latín aquel que “ha nacido en casa”, la designación entre nosotros quedó marcada por señalar a aquellos que habitaban las Indias Occidentales, nombre que los españoles atribuían no sólo al “nuevo” continente, sino también a las Filipinas. En ese sentido, representa una de las mayores violencias simbólicas cometidas contra los pueblos originarios de Abya Yala, dado que es una denominación que hace referencia a las Indias, o sea, a la región buscada por los comerciantes europeos a fines del siglo XV. De este modo, ignora que esos otros pueblos tenían sus nombres propios y una designación propia también para sus territorios. Paradójicamente, la expresión “pueblos indígenas”, en la medida que desconoce la differentia specifica de dichos pueblos, contribuyó para unificarlos desde el punto de vista de los conquistadores/invasores, pero al mismo tiempo es una designación que, para empezar, servirá a fin de que esos pueblos por sí mismos constituyan una unidad política cuando empiecen a percibir la historia común de humillación, opresión y explotación de su población, y la dilapidación y devastación de sus recursos naturales.

Abya Yala se configura, por lo tanto, como parte de un proceso de construcción político-identitario en que las prácticas discursivas cumplen un papel relevante de descolonización del pensamiento y que ha caracterizado el nuevo ciclo demovimiento indígena, cada vez más movimiento de los pueblos originarios. La comprensión de la riqueza de los pueblos que aquí viven hace millares de años y del papel que tuvieron y tienen en la constitución del sistema-mundo ha alimentado la construcción de ese proceso político-identitario. Hay que considerar, por ejemplo, que hasta la invasión de Abya Yala (América), Europa ocupaba un lugar marginal en los grandes circuitos mercantiles, que tenían en Constantinopla uno de sus puntos centrales.

Cuando la ciudad fue tomada por los turcos, en 1453, surgió la necesidad de buscar caminos alternativos, sobre todo por parte de los grandes comerciantes genoveses, que encontraron apoyo político entre las monarquías ibéricas y en la Iglesia Católica Romana. Desde entonces, circuitos mercantiles relativamente independientes en el mundo pasaron a ser integrados, incluso conformando el circuito Atlántico en la incorporación de Tawantinsuyu (región del actual Perú, Ecuador y Bolivia, principalmente), de Anahuac (región del actual México y Guatemala, principalmente), de las tierras guaraníes (que comprenden parte de la Argentina, Paraguay, sur de Brasil y Bolivia, principalmente), y Pindorama (nombre con que los tupís designaban a Brasil).

El carácter periférico y marginal de Europa puede verse en el sentido de la expresión “orientarse” (“ir hacia Oriente”), que demuestra la relevancia de Oriente para la época. Así, fue con la incorporación de los pueblos de Abya Yala y su subyugación política, sumados al tráfico y la esclavitud de los negros africanos traídos a este continente, que Europa logró su centralidad. En fin, el surgimiento del sistema-mundo moderno se da juntamente con la construcción de la colonialidad. Por lo tanto se trata de un sistema-mundo moderno colonial. Y es el carácter contradictorio inscripto en el sistema-mundo moderno lo que los pueblos originarios de Abya Yala vienen tratando de explicitar en la lucha “por la liberación definitiva de nuestros pueblos hermanos, de la madre tierra, del territorio, del agua y de todo patrimonio natural para vivir bien”.

De este modo, la descolonización del pensamiento se instala en un lugar central para los pueblos originarios de Abya Yala. Como bien señaló Luis Macas Ambuludi, de la Conaie, “nuestra lucha es epistémica y política”; en ella el poder de designar lo que es el mundo cumple un papel fundamental. Varios intelectuales ligados a las luchas de los pueblos de Abya Yala han señalado el carácter etnocéntrico inscripto en las mismas instituciones, incluso en el Estado territorial, cuyo eje estructurante reside en la propiedad privada y que encuentra en el Derecho Romano su fundamento. A pesar de su origen regional europeo, los fundamentos del Estado territorial, incluso la idea de espacios mutuamente excluyentes, como la propiedad privada, han sido impuestos al resto del mundo como si fueran universales, ignorando las diferentes formas de apropiación de los recursos naturales que predominaban en la mayor parte de la tierra, casi siempre comunitarias y no mutuamente excluyentes.

En América Latina, el fin del colonialismo no significó el fin de la colonialidad, como ha afirmado el sociólogo peruano Aníbal Quijano, explicitando el carácter colonial de las instituciones que sobrevivieron luego de la independencia. Esto queda también explicitado en la declaración de Evo Morales, cuando en su asunción del mando en la presidencia de la República de Bolivia, en 2006, afirmó que “es preciso descolonizar el Estado”. Para que no se piense que se trata de una afirmación abstracta, hay que tener en cuenta que los concursos para funcionarios públicos en aquel país se realizaban exclusivamente en lengua española, cuando aproximadamente el 62% de la población piensa en quechua, aimara y guaraní, su lengua de todos los días. En países como Guatemala, Bolivia, Perú, México, Ecuador y Paraguay, así como en ciertas regiones de Chile (en el sur, donde aproximadamente viven un millón de araucanos/mapuches), de la Argentina (Chaco norteño) y de la Amazonia (brasileña, colombiana y venezolana), el carácter colonial del Estado se hace presente con todo su peso. El “colonialismo interno”, expresión consagrada por Pablo González Casanova, se muestra vigente, en tanto historia de larga duración actualizada. No es extraño que esas regiones sean objeto de programas de desarrollo, generalmente de (des)envolvimiento, de modernización, por lo general de colonización (todas expresiones que suelen ser sinónimas).

La elección del nombre Abya Yala de los cunas recupera la lucha por la afirmación de sus territorios, en la cual ellos fueron pioneros con su revolución de 1925, consagrada en 1930 en el derecho de autonomía de la comarca de Kuna Yala con sus 320.600 hectáreas de tierras más las aguas vecinas del archipiélago de San Blas. La lucha por el territorio se configura como una de las más relevantes en el nuevo ciclo de luchas del movimiento de los pueblos originarios que se delineó a partir de los años 1980 y que ganó su mayor expresión en los años 90 y comienzos del nuevo siglo, revelando cambios profundos tanto desde el punto de vista epistémico como desde el político.

En este nuevo ciclo de luchas ocurre un dislocamiento de la contienda por la tierra en tanto medio de producción, caracte­rísti­co de un movimiento que se construyó en torno de la identidad campesina, hacia una lucha por el territorio. Las grandes marchas por la Dignidad y por el Territorio de 1990 que se movilizaron en Bolivia y en Ecuador, con estructuras organizacionales independientes, son hitos de este nuevo momento. “No queremos tierra, queremos territorio”: he aquí la síntesis expresada en un cartel boliviano. Así, más que una clase social, lo que se ve en construcción es una comunidad etnopolítica, en fin, es el indigenato (Darcy Ribeiro) constituyéndose como sujeto político. Hay que tener en cuenta que para que se diera esa emergencia fue fundamental la tensa lucha de los misquitos en la Revolución Sandinista de Nicaragua (1979-1989), por la afirmación de su derecho a la diferencia y a la demarcación de sus territorios. A pesar de todo el desgaste que trajo aquella experiencia revolucionaria, en gran parte por la colonialidad presente entre las corrientes políticas e ideológicas que la lideraron, nos legó una de las más avanzadas legislaciones sobre los derechos de autonomía de los pueblos originarios, conforme nos informa Héctor Díaz-Polanco.

El levantamiento zapatista del 1.º de enero de 1994 otorgó gran visibilidad a ese movimiento que, todavía de manera desigual, se esparciría por todo el continente al mostrar, por primera vez en la historia, que los pueblos originarios comienzan a dar respuesta más que locales/regionales a sus demandas. El protagonismo de ese movimiento ha sido importante en la lucha por la reapropiación de sus recursos naturales como se ha podido ver en 2000, en Cochabamba, con la Guerra del Agua, y en 2005, con la Guerra del Gas, ambas en Bolivia; pero también entre los araucanos/mapuches, en Chile, en la lucha por la reapropiación del río Bío Bío amenazado por la construcción de hidroeléctricas, o incluso en la lucha contra la explotación petrolera en el Parque Nacional de Yasuny, en la Amazonia ecuatoriana, o en la frontera colombiano-venezolana también en la lucha contra de la explotación petrolera, entre tantos otros ejemplos.

Ese movimiento ha sido fundamental incluso en la batalla por la preservación de la diversidad biológica, en gran parte asociada a la diversidad cultural y lingüística. Su dimensión territorial se muestra también en su protagonismo ante las nuevas estrategias supranacionales de territorialización del capital, como en el caso del NAFTA, el ALCA y los tratados de libre comercio (TLC). El movimiento zapatista explicitó mejor que cualquier otro ese sentido, al hacer emerger el México profundo, podría decirse la América profunda, exactamente el mismo día en que se firmaba el NAFTA. El protagonismo del movimiento de los pueblos originarios también fue importante en la lucha contra el ALCA y los TLC que siguieron a su derrota. Como puede verse, la lucha por el territorio asume un carácter central y una perspectiva teórico-política innovadora en la medida en que la dimensión subjetiva, cultural, se ve aliada a la dimensión material: agua, biodiversidad, tierra. El territorio es, así, naturaleza + cultura, como insisten el an­tropólogo colombiano Arturo Escobar y el epistemólogo mexicano Enrique Leff, y la lucha por el territorio se muestra con todas sus implicaciones epistémicas y políticas. Cuando observamos las regiones de nuestro continente que abrigan la mayor riqueza en biodiversidad y en agua, podemos ver cuán estratégicos son esos pueblos, y tienden a serlo cada vez más ante las nuevas fronteras de expansión del capital (Diaz-Polanco, Ceceña y Ornelas).

Abya Yala se coloca así como un atractor (Prigogine) en torno del cual otro sistema puede configurarse. Es eso lo que los pueblos originarios están proponiendo con este otro léxico político. No olvidemos que dar nombre propio es apropiarse. Es hacer propio un espacio por los nombres que se atribuye a los ríos, las montañas, los bosques, los lagos, los animales, las plantas, y por ese medio un grupo social se conforma como tal constituyendo sus mundos de vida, sus mundos de significación y tornando un espacio en su espacio: un territorio. El lenguaje territorializa y, así, entre América y Abya Yala se revela una tensión de territorialidades.



ABYA YALA, LA TIERRA DE DIFERENTES MUNDOS

Por Ollantay Itzamná*

13 de octubre, 2017.- ¿Por qué muchas de nuestras abuelas, durante la primera Colonia, al saberse embarazadas, prefirieron abortar a sus criaturas, como un acto de resistencia? ¿Por qué muchas estatuas de la Virgen María o de los santos, esculpidos por artistas indígenas, llevaban escondido en sus adentros nuestras wakas (estatuillas de deidades nativos)?..., son preguntas que externalizan las resistencias creativas y fecundas emprendidas por nuestros abuelo/as desde hace varios siglos.

Ello/as no asumieron la resistencia como la “capacidad de aguante” premiada como una virtud sublime de un buen cristiano. La resistencia no fue un acto folclórico reducido a los selfies de cada 12 de octubre. Para ello/as, la resistencia fue una virtud cotidiana existencial. Era un estilo de vida que le quitaba el sueño al opresor

Y, para nosotro/as, herederos de las y los sobrevivientes al holocausto indígena en Abya Yala, ¿cuáles son los retos y desafíos que nos deja esta resistencia de más de cinco siglos?.

Resistencia económica. Necesitamos transitar de la resistencia discursiva (en las oficiales fechas permitidas) a la resistencia económica. El Dios Mercado, y sus ministros (los ricos), se mantienen gracias a lo que Ud. y yo consumimos irreflexivamente y pagamos por ello.

Dejemos de consumir progresivamente sus productos, de creer en su mentirosa publicidad comercial, y la carga sobre nuestras espaladas serán cada vez más ligeras, y nuestros caminos de liberación menos empinados.

Ellos son ricos y poderosos porque nosotro/as centavo a centavo le damos el poco dinero que tenemos a cambio de sus productos en los mercados. Y, la gran mayoría de esos productos (alimenticios, farmacéuticos, estéticos, etc.) están hechos para perpetuarnos como enfermos y dependientes del rico y de sus productos.

Podemos y debemos producir y consumir lo nuestro. Prevenir las enfermedades con la medicina ancestral. Urge re encantarnos con la Madre Tierra y volver a las plantas, sin excluir los aportes positivos de la ciencia médica moderna.

Resistencia religiosa/espiritual La mayor desgracia que el invasor/colonizador sembró en los núcleos culturales de nuestros pueblos es la idea del Dios obediente y manso hasta la cruz. Y, en consecuencia, el indígena bautizado, para ser aceptado como buen cristiano ha de practicar la obediencia y la mansedumbre hasta la muerte. Por ello muchos indígenas cristianos, cuanto más aplastados por el rico, se sienten más bendecidos por Dios.

Los blancos vinieron con su Biblia y su Dios, y con esas dos herramientas nos extirparon nuestra alma, el alma de nuestros pueblos. Y desde entonces, subsistimos mirando al lejano cielo, agradecidos por nuestras desgracias terrenales.

Y ellos, sin Dios y sin Biblia, se banquetean el presente y el futuro nuestro y el de nuestros retoños.

Así, no podemos, ni debemos de seguir. Es un imperativo existencial que las espiritualidades indígenas abandonen la comodidad del espiritualismo “apolítico” y se comprometan a caminar por los caminos de liberación con nuestros pueblos. Espiritualidad indígena que se abstrae de las luchas sociopolíticas es un espiritualismo terapéutico, o un negocio de subsistencia. Urge decolonizar las espiritualidades indígenas.

Resistencia cultural Aprendimos e idealizamos los vicios del colonizador como sublimes virtudes. Mediante su moral y su estética nos inculcaron lo que era bueno y bonito, y resultamos siendo nosotros los “impresentables” y “malos”. Desde entonces, nos esforzamos (competimos entre nosotros) para ser “buenos” y “bonitos” como ellos. Nos esforzamos por hablar, consumir, vestir, valorar, sentir, explotar/destruir como ellos.

Es importante estudiar las disciplinas del conocimiento occidental. Pero, es perverso tener los títulos o conocimientos occidentales para alardear supremacía cultural sobre los nuestros, despreciar los destellos de las ciencias y tecnologías nuestras. El racismo intelectual es lo más vulgar entre las y los indígenas.

La cultura de la resistencia activa y creativa nos debe liberar del machismo que nos habita, del desprecio cotidiano a los nuestros (racismo), del mercantilismo deseado, y del espejismo que nos inyecta la falsa conciencia de ser los humanos los únicos sujetos con derechos en el planeta, en detrimento de los otros seres.

Necesitamos resignificar nuestras categorías culturales propias e interculturales para sospechar y desvirtuar las hegemonías simbólicas y materiales aprehendidas.

Resistencia política Necesitamos transitar de las resistencias folclóricas culturalistas, hacia las resistencias para la construcción/disputa del poder político hegemónico. Transitar de la defensa y el ejercicio de los derechos culturales hacia el ejercicio de los derechos de la autodeterminación política.

No podemos decir que somos pueblos en resistencia y sentirnos cómodos con los estados naciones criollos que nos despojaron/despojan en nuestros territorios. Esos estados no son nuestros.

La resistencia política implica abandonar los símbolos patrios criollos asumidos como nuestros, y comenzar a resignificar nuevos símbolos políticos que nos represente a todo/as.

Dejar de sentirnos cómodos y orgullosos de los gentilicios nacionales que nos impusieron los criollos. Implica platear y emprender procesos emancipatorios para la construcción de estados plurinacionales, incluso rompiendo las fronteras de los actuales estados nacionales. Implica construir nuestros propios instrumentos políticos para disputarles el poder electoralmente, y acelerar los cambios estructurales desde los espacios de poder.

Resistencia social Asumimos que el individuo debe primar sobre la comunidad. Y, en consecuencia, nos encaminamos a la competencia individualista con los “nuestros ” y con los “otros”, sacrificando la cooperación y los códigos comunitarios que preservaron la vida por miles de años.

Nos legaron la ilusión por los títulos académicos (cual si fueran títulos feudales). Y, competimos entre nosotros por alcanzar dichos títulos, creídos que per se la obtención de dichos papiros nos ascenderán socialmente, o nos garantizarán pleno empleo. Y, en base a esos papiros valoramos a los nuestros.

Necesitamos reinventar/fortalecer la comunidad. Transitar de la competencia hacia la cooperación. Sospechar de los fetiches sociales criollos, e imaginar un mundo donde la comunidad cósmica sea el centro y el fin de nuestra existencia, y así, estaremos superando el antropocentrismo construido sobre el monoteísmo.

Estas resistencias, en ningún momento implica abandonar todas las bondades del conocimiento y las tecnologías modernas. Podemos y debemos utilizar todo ello, pero sin caer en la patológica obsesión del consumismo espectacular.

En otros términos, el reto del camino de la resistencia en los diferentes flancos implica también un camino gradual y honesto hacia adentro en cada uno de nosotro/as. Porque el colonizador nos habita, y lo amamos en alguna medida.

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  • Ollantay Itzamná es indígena quechua. Acompaña a las organizaciones indígenas y sociales en la zona maya. Conoció el castellano a los diez años, cuando conoció la escuela, la carretera, la rueda, etc. Escribe desde hace más de 10 años no por dinero, sino a cambio de que sus reflexiones que son los aportes de muchos y muchas sin derecho a escribir se conozcan.


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